El mundo de los pastores andinos es un mundo mágico, un mundo rico en creencias y tradiciones ancestrales, donde todo está poblado por entidades sobrenaturales, de las que depende el destino de los seres vivos. Indudablemente, esta carga de sacralidad ha sido estimulada desde milenios por la majestuosidad del ambiente, por las inmensas y sobrecogedores soledades de la puna, por las implacables condiciones climáticas de la cordillera, por las fantasmales configuraciones geológicas; escenario que impacta el espíritu de quien se atreva a internarse por esos parajes. Para los habitantes de este sacro espacio, el viento, el agua, los volcanes, los cerros, los caminos, los pastizales…. son entidades bondadosas, pero exigentes y aun despiadados si no se les atiende y se cumple con los rituales que el protocolo consuetudinario ha establecido (…)
Extracto del libro “Los antiguos habitantes del Salar de Atacama,
Prehistoria Atacameña (Agustín Llagostera, 2004)